martes, 15 de abril de 2008

El Sistema Penitenciario Venezolano es un problema por resolver…(Tema de Tesis Doctoral)

Rehabilitar y resocializar, dos verbos que conjugan la acción perfecta de lo que la cárcel debería constituirse para todo aquel que es conminado a morar allí.

Pero la realidad es otra pues con frecuencia se observa la crisis del sistema penitenciario, que va desde el problema del hacinamiento hasta el tráfico de armas y drogas realizado por los mismos funcionarios encargados de la prisión. El control es difícil y ello empeora las posibilidades para rehabilitar y resocializar la población interna.

No se puede negar que la cárcel inicia un camino, aunque aparente, destinado a crear a lo largo del tiempo los procedimientos necesarios para cumplir con los fines de rehabilitación y resocialización del delincuente. Paralelo a ello implementa mecanismos que tratan de hacer más humana la convivencia carcelaria y que cumple al mismo tiempo una función de control de una población interna que goza, por decirlo de alguna manera, de beneficios como el trabajo, el estudio y que sería perfecta si actividades como talleres, el deporte y la cultura se planearan de forma organizada y consecuente, aún cuando esto no constituye la solución al problema ya existente, bien podría dibujar una posibilidad para eliminar el ocio que tanto daño hace al sistema penitenciario

Pero es una utopía, aún cuando ésta ha sido concebida para cumplir funciones que van desde aislar a personas que conscientemente han cometido delitos, pasando como manicomios, donde el criminal es considerado enfermo mental, hasta como sitio donde el recluso con su trabajo retribuye a la sociedad el daño que le ha causado; la cárcel no logra cumplir con su objetivo fundamental, debido a la crisis penitenciaría que día a día pareciera incrementarse y con ello el descrédito de toda estrategia que pudiera lograr lo que cada vez resulta más difícil.
No por ello debe hacerse a un lado este problema de la sociedad, cuyo origen se encuentra precisamente fuera de la cárcel y no dentro de ella; la cárcel es consecuencia y no causa por lo que la solución está más cerca de lo que parece aún cuando es complicada. Puede existir mucho esfuerzo por parte del sistema para lograr sus objetivos y voluntad del que se encuentra dentro de la cárcel pero rehabilitarse y resocializarse se constituye en una meta ansiada por muchos y alcanzada por pocos.

Por otro lado, la subcultura dentro de la prisión ya es tradición, ejercen mayor poder y control sobre la población interna que el propio sistema. Los líderes de la prisión absorben las posibilidades de rehabilitación y resocialización y en vez de esa lucha surge otra más vital que es la de sobrevivir.

A la par de ello, los problemas relacionados con las mínimas condiciones de convivencia; el hacinamiento, la precaria alimentación, las bajas condiciones de salubridad y el hábitat general en el cual día a día deben desenvolverse, son penas agregadas a la prisión. Son estas condiciones infrahumanas y deplorables las que deprimen y postran al recluso, mueren allí las posibilidades y la voluntad y solo se observa la resignación a permanecer más que como seres humanos como animales en la búsqueda del alimento y el agua que les permita sobrevivir.

Después del tormentoso paso por la prisión, salir constituye otro problema, es decir, quien sale se enfrenta al grupo social que puede rechazarlo bajo el estigma de haber sido delincuente y de representar un peligro latente para la sociedad. Es así como dispone de muy pocas posibilidades de rehacer una vida de acuerdo a convicciones que estén a la par de las normas sociales. Este rechazo puede traer como consecuencia en primer plano, que el liberado no tenga oportunidades para el desarrollo en su nueva vida y utilice medios y estrategias inaceptables socialmente lo que se constituye en fuente de reincidencia.

En líneas generales, la prisión es la alternativa para aquellos que no logran rehabilitarse y resocializarse, para alguno, se constituye en su único hogar y el tiempo en ella hace que sus deseos de libertad disminuyan poco a poco cambiándolo por la supervivencia a la que se enfrentan continuamente dentro del recinto penitenciario pero que resulta más llevadero que enfrentarse a la discriminación y al reproche social por haber sido delincuente en el pasado.

Es así como la prisión, mina el cuerpo del recluso, lo enferma, lo postra y devuelve a la vida libre un hombre atravesado por los males carcelarios, males que dejan huellas tanto en el cuerpo como en el alma y que solo los más fuertes pueden superar... aunque nunca olvidar...

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